Terapia Familiar Niños y Adolescentes
con Ignacio de la Fuente, Psicologo colegiado Nº AO10853
Consulta de Familia
Un psicólogo de familia es aquel que vela por el bienestar psicológico de la familia. Para ello, atiende al grupo familiar en dos vertientes: los individuos que la forman con sus distintas personalidades y las relaciones que mantienen. Centrando su atención en la salud de las relaciones, puede ayudar a que el grupo logre encontrar un ajuste sin necesidad de etiquetar a ninguno de sus miembros, ni buscar culpables.
La psicología de familia es una psicología de la salud, no de la enfermedad y en este sentido no emplea la clasificación diagnóstica para resolver las dificultades por las que atravesamos las personas. No habiendo una etiología de los trastornos mentales (y hay que recordar que la inmensa mayoría de los trastornos mentales carecen de una etiología clara) el psicólogo de familia considera que los problemas psicológicos son problemas de la vida y están relacionados con nuestras circunstancias y con nuestra manera de relacionarnos.Normalmente, un miembro de la familia acude a consulta para pedir ayuda frente a una situación que crea malestar en el grupo familiar; puede ser la situación de un miembro o una relación en particular.
Con total naturalidad, podemos realizar una sesión con los miembros de la familia que están implicados o que desean participar y así facilitar la comunicación. Después. de acuerdo con las necesidades e intereses que hayan surgido durante la sesión, el psicólogo sugerirá el camino, que, en su opinión, puede conducir a resolver el problema.
Un psicólogo de familia es aquel que vela por el bienestar psicológico de la familia. Para ello, atiende al grupo familiar en dos vertientes: los individuos que la forman con sus distintas personalidades y las relaciones que mantienen. Centrando su atención en la salud de las relaciones, puede ayudar a que el grupo logre encontrar un ajuste sin necesidad de etiquetar a ninguno de sus miembros, ni buscar culpables.
La psicología de familia es una psicología de la salud, no de la enfermedad y en este sentido no emplea la clasificación diagnóstica para resolver las dificultades por las que atravesamos las personas. No habiendo una etiología de los trastornos mentales (y hay que recordar que la inmensa mayoría de los trastornos mentales carecen de una etiología clara) el psicólogo de familia considera que los problemas psicológicos son problemas de la vida y están relacionados con nuestras circunstancias y con nuestra manera de relacionarnos.Normalmente, un miembro de la familia acude a consulta para pedir ayuda frente a una situación que crea malestar en el grupo familiar; puede ser la situación de un miembro o una relación en particular.
Con total naturalidad, podemos realizar una sesión con los miembros de la familia que están implicados o que desean participar y así facilitar la comunicación. Después. de acuerdo con las necesidades e intereses que hayan surgido durante la sesión, el psicólogo sugerirá el camino, que, en su opinión, puede conducir a resolver el problema.
Niños y Niñas
A diferencia de los adultos, los niños son capaces de contar lo que les pasa con naturalidad, de manera clara y en poco tiempo. No digo que sea así siempre, pero sí, en la mayoría de los casos. Además, los niños hablan de sí mismos no solo con palabras sino con su cuerpo y sus acciones porque no están tan mediatizados por el peso de lo mental como lo estamos los mayores.
Solo debemos proporcionarles la oportunidad de expresarse en un ambiente favorable donde se sientan seguros y comprendidos.
La parte menos sencilla de todo esto es que sus problemas siempre apuntan a dinámicas familiares que es responsabilidad de los adultos el transformarlas y muchas veces esto supone una toma de conciencia dificil de realizar para los padres.
Algunos padres vienen a consulta queriendo que el psicólogo cambie a su hijo, cuando en realidad son ciertas pautas de comportamiento familiar las que se necesita cambiar, por ejemplo, modificando sus puntos de vista sobre algún aspecto de la educación o de las relaciones familiares. Cuando los padres son colaborativos, el problema, por lo general, se resuelve o mejora en muy pocas sesiones.
A diferencia de los adultos, los niños son capaces de contar lo que les pasa con naturalidad, de manera clara y en poco tiempo. No digo que sea así siempre, pero sí, en la mayoría de los casos. Además, los niños hablan de sí mismos no solo con palabras sino con su cuerpo y sus acciones porque no están tan mediatizados por el peso de lo mental como lo estamos los mayores.
Solo debemos proporcionarles la oportunidad de expresarse en un ambiente favorable donde se sientan seguros y comprendidos.
La parte menos sencilla de todo esto es que sus problemas siempre apuntan a dinámicas familiares que es responsabilidad de los adultos el transformarlas y muchas veces esto supone una toma de conciencia dificil de realizar para los padres.
Algunos padres vienen a consulta queriendo que el psicólogo cambie a su hijo, cuando en realidad son ciertas pautas de comportamiento familiar las que se necesita cambiar, por ejemplo, modificando sus puntos de vista sobre algún aspecto de la educación o de las relaciones familiares. Cuando los padres son colaborativos, el problema, por lo general, se resuelve o mejora en muy pocas sesiones.
Adolescentes
Dos son los problemas que se presentan en la terapia con adolescentes. Uno es que, por lo general, son reacios a asistir a la consulta de un psicólogo por iniciativa de los padres y dos, que sus problemas frecuentemente tienen ya una historia más larga que empieza en la infancia y explota en la adolescencia.
Pero esto no siempre es así, la pubertad y la adolescencia como etapas de la vida ya presentan suficientes retos para cualquier ser humano. Los cambios físicos y psicológicos de los adolescentes someten sus personalidades a desafíos constantes entre lo puramente personal y lo social y entre lo social y lo familiar donde la familia muchas veces representa el eslabón más débil, pero al mismo tiempo el más necesario.
Si el adolescente accede a asistir a unas cuantas sesiones y establece una buena relación con el terapeuta, el éxito de la terapia esta casi garantizado. Esto incluye aquellos casos en los que es necesario intervenir, pero la familia todavía tiene un cierto control sobre el problema.
La vertiente más dificil en la actualidad viene representada por los graves problemas de conducta alimentaria, de género y transgénero, fobias o ansiedad que sufren algunos adolescentes y que representan un reto mucho mayor para las familias y también para la psicología. Sin ser pesimistas, debemos ser conscientes de que el tratamiento en estos casos puede alargarse notablemente y los resultados hacerse esperar.
No obstante, sean cual sean las circunstancias, es posible realizar un abordaje indirecto de los problemas del adolescente con la colaboración de los padres, pues, al fin y al cabo, son ellos quienes conviven con él y quienes deben regular su comportamiento.